El disparo en el rostro
no calló para nunca tu voz de luz, de vida.
No regó tu silencio en aceras y espejos.
Fracasó en su llamado al miedo y a la muerte,
al odio y la mentira.
El disparo de muerte
despertó tanta rabia, tanto amor, tanta ira;
tanto dolor y angustia, tanta luz, tanta vida
que no encontró la muerte ni un rincón, ni un amigo,
ni un portal, ni una silla.
El disparo cobarde
te besó en la mejilla.
Ya sembramos tu cuerpo;
tu voz hecha semilla,
tu razón y tu lucha
se mantienen con vida.
No habrá descanso eterno.
No habrá sombra o cobija.
No habrá perdón ni olvido.
No habrá excusa o mentira
que redima al verdugo,
que de paz a sus días.
Un disparo en la historia
congeló tu sonrisa,
marco el fin y el comienzo
la señal de salida.
Junto a tu voz eterna
una voz infinita
derrotará la muerte,
proclamará la vida.
Una flor, una rabia, un no olvido, una ira
Una lluvia de sueños
Un dolor
Una herida.
Una eterna promesa
de saberte semilla.
El disparo en tu verbo dispersó tus palabras
en el hambre y las ansias, en las calles y el viento.
Algún día futuro, al calor de tu empeño,
renacerá la patria, resurrecta en tu sueño.
Seguiremos, Orlando, honraremos tu ejemplo.
Luis Carvajal
17 de junio de 1975, al cumplirse el tercer mes del asesinato de Orlando.
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